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El frío, el viento y la nieve no lograron quitarnos la alegría

Actualizado: 18 mar



Del uno al tres de marzo hemos celebrado nuestra convivencia anual con los niños de la catequesis. Este año los más pequeños tenían siete, y la mayor dieciseis. Entre catequistas, monitores y niños éramos sesenta y cuatro. El albergue de las agustinas en Becerril de la Sierra se nos quedó pequeño, ya que tuvimos que estar casi todo el tiempo bajo las cuatro paredes de su salón, ya que fue el fin de semana de más frío de todo el año: lluvia y frío durante todo el sábado y nieve por la noche. ¡Cómo agradecimos la buena calefacción! El domingo amaneció todo con una pequeña capa blanca. D. Ignacio no tardó en colocar las fundas de nieve al todoterreno y empezó a buscar escusas para hacer recados: ir a la farmacia, tirar la basura... disfrutó tanto como los niños, sobre todo los monaguillos, que tuvieron su particular guerra de bolas de nieve.



Los monitores fueron heroicos, pues las chirriantes literas, la tos de los asmáticos y unas cuantas vicisitudes más que no conviene contar, les tuvieron en vela casi las dos noches enteras de la convivencia. Tuvieron que recurrir a los juegos de interior y su diligencia y magnanimidad fueron encomiables. Sí, diligencia contra la pereza, magnanimidad contra la envidia, templanza contra la gula y así hasta las siete virtudes contra los siete pecados capitales, que fue el contenido catequético de la convivencia.



La finca de las agustinas estaba espléndida en estos días de frío intenso, pero que vislumbraban ya el final del invierno; el albergue... bueno, faltaban vasos y alguna otra cosa, pero con alegría todo se lleva. Nuestros cocineros, Miguel Ángel y José Luis, nos deleitaron con sus mejores artes, a pesar de la estrechez de la cocina, así que comimos de diez.


Todos volvimos felices, nostálgicos de quedarnos más tiempo, y un poco mojados. Cuando la presencia de Cristo es tan grande como la sentimos nosotros, se puede con todo. El lunes para algunos fue día de reposo en la cama. Becerril lo recordaremos siempre como esa convivencia que ningún niño quisiera olvidar y ningún monitor quisiera recordar.


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