No pudo ser, no cuadraban las fechas para los monitores ─ya todos trabajando y con encomiables proyectos personales─. Este curso tampoco pudimos tener campamento, pero sí organizamos unas mini-vacaciones: seis monitores, seis adolescentes y un sacerdote. Cuatro días de oración, convivencia, deporte, alegría, naturaleza y cultura. Y todo ello en un lugar emblemático: Caleruega, la cuna de Santo Domingo de Guzman que, como hace tres años, fue para nosotros un lugar santo donde la gracia de Dios se derrama copiosa.
Alguno pensaba que la mezcla de generaciones podría resultar explosiva, pero nada, lo pasamos fenomenal. Las literas del albergue no eran lo más cómodo del mundo pero estuvimos muy bien atendidos: cenas y desayunos en la Casa Madre de los Dominicos, comidas de picnic. No necesitamos organizar ni gincanas ni talleres, porque funcionamos como una gran familia en la que nos divertimos de forma espontánea con las cosas de unos y otros. El comportamiento educado y responsable de los pequeños, y la alegría y sensibilidad cristiana de los mayores lo hicieron todo. Es un lujo poder veranear con gente tan amigable y buena.
Y de regalo tuvimos hasta LavBandaFest, la fiesta de verano del Ayuntamiento de Caleruega.
Aquí os dejamos el video que resume estos cuatro días de gracia y comunión fraterna.
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