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Ignacio Torres

Convivencia en Santa María de la Vid (Burgos)


Un grupo de trece adolescentes de nuestra comunidad han participado en la Convivencia de dos días que la Delegación de Juventud de la Diócesis ha organizado en Santa María de la Vid, un precioso monasterio regentado por frailes Agustinos.


Los chavales tuvieron que madrugar. La cita era en Leganés a las ocho de la mañana. El autobús venía ya casi lleno con los chicos de Parla, unos del colegio Juan Pablo II y otros de la Parroquia de los Santos Justo y Pastor. Junto a nosotros también subió al autobús el pequeño grupo de la Parroquia de El Salvador: un largo autocar de setenta plazas.


Paramos a desayunar en un restaurante de Boceguillas, donde el convoy con los cinco autocares que formábamos la peregrinación se agrupó. Poco tiempo después bajamos en el pueblo de Langa de Duero, a diez kilómetros del monasterio. La caminata la hicimos sin parar, a pleno sol, con temperatura de verano. Había prisa por llegar a La Vid, donde celebramos misa a las dos y media de la tarde.



Después de comer tuvimos juegos y salimos otra vez hacia Langa, en los autobuses, para ducharnos y acomodarnos. La tarde se hizo larga hasta la cena, puesto que no había ninguna actividad programada. Después de cenar, en el recinto exterior del polideportivo en el que dormíamos tuvimos la velada que todos esperábamos y la hora santa, nos emocionó.


La noche no fue fácil. Bajó muchísimo la temperatura y la humedad del Duero se colaba en nuestro saco de dormir. Habíamos pasado calor durante el día, pero ahora hacía demasiado frío. Amanecimos a doce grados. ¡Bendita sudadera! Desayunamos a las ocho y después de rezar laudes, salimos otra vez hacia el monasterio, para celebrar la misa dominical. Comimos, como el día anterior, en las mesas de merendero que los agustinos tienen instaladas junto al Duero para los campamentos de verano, un lugar de lo más agradable.


Tuvimos también una catequesis muy interesante en la que nos hicieron ver que todos, seamos como seamos y busquemos lo que busquemos, somos iguales a los ojos de Dios. Por eso debemos tratarnos con respeto y caridad.


A las cinco de la tarde emprendimos la vuelta a Leganés. En el autobús nos hablaron de un grupo nuevo que se va a formar en Leganés y a todos se nos quedó cara de suricata.

Dos horas y media después bajábamos del bus.

Os dejamos el testimonio de una de nuestras peregrinas:

Ella lo ha hecho todo y nos ha acompañado cual madre cuidándonos en este viaje como lo hace cada día.

Y todo lo bueno tiene un hasta la próxima.

Ha sido un fin de semana corto pero intenso. La presencia del Señor ha sido constante y volvemos y creo que hablo por todos muy contentos y con ganas de más.

Gracias Gonzalo, Samuel y Don Ignacio por acompañarnos.

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